Hoy en día son
muchos los venezolanos que buscamos fuera de nuestras fronteras, lo que
consideramos una “vida mejor”. Este post viene por escuchar los comentarios de
otros, sus opiniones donde hablan de esa Venezuela a la que antes venían los
extranjeros, a la que muchos hoy en día llaman “su país”, los comentarios
buenos y malos que se emiten, el hablar de lo difícil que es ser inmigrante,
porque de allí en adelante te conviertes en extranjero hasta en tu propio país,
como dice Franco De Vita, toda tu vida
serás extranjero, con el acento propio de extranjero.
Escuché decir, -¡Se
nos hace difícil emigrar y vivir fuera porque somos muy “amigueros”, queremos
estar siempre con otras personas y el europeo no es así, el norteamericano no
es así, son más fríos!, y así vas escuchando el sin fin de opiniones. Yo
recuerdo cuando los profesionales les adjudicaban una beca Gran Mariscal de
Ayacucho y se iban a culminar su formación en otras latitudes, para mí eso era
lo máximo, tener la oportunidad de vivir otra cultura y aun por las diferentes
razones que lleva a una persona a emigrar, a mirar que hay más allá del
horizonte, o no solo al que emigra, al que emprende un viaje por estudios,
hasta al mochilero, todos van con una mirada en eso que quieren lograr, en ese
sueño que quieres alcanzar, ¿es duro?, sí, claro que sí, dejas atrás muchas
cosas, afectos, cariños, pero llegó la hora de caminar sobre el arcoíris y
buscar esa colonia de duendecillos con su olla de oro.
Este post es para
todos esos que tomaron esa dura decisión, recuerda que tenemos fortalezas
que te harán más fácil el camino y a las que yo llamo “fortalezas de ser
venezolano”:
- Ser la puerta de entrada del sur del continente, bañarnos con los rayos del sol que apuntan directamente en la línea del ecuador, hacen el mar Caribe aún más cálido y esa calidez la llevamos en las venas para derretir el más gélido de los corazones.
- Somos alma en las fiestas, nos corre por las venas lo mejor de nuestras fronteras, nos agrada y bailamos una cumbia, un vallenato o una samba cual colombianos y brasileños y vamos más allá y Juan Luis Guerra nos sube la bilirrubina aunque en el Polo norte se hallen nuestras caderas. Enseñamos a bailar a un español, a un polaco y un eslovaco sin cuestionar que hace falta sangre latina en sus venas; lo disfrutamos, lo vivimos y hacemos ambiente y amigos donde sea.
- Nos identificamos con todos, si no tenemos un equipo de futbol representándonos en el mundial, igual vamos a celebrar, nos vestimos de albiceleste, canarinha, alemán, ni hablar si tenemos un “pana” (amigo) italiano o español, gritamos a todo pulmón ¡Forza azzurri o a la Roja voy!
- Así estemos en Suiza el Toronto y un chocolate savoy no tendrá comparación, pero eso no evitará comer y degustar un exquisito chocolate suizo y diremos con orgullo, está hecho de cacao venezolano o brasileño, defendemos y nos enorgullecemos del continente entero cual Simón Bolívar.
- Te admirarás de la belleza de esas nuevas latitudes, de su orden, de su sistema, de las carreteras sin huecos, de la rapidez en algunos trámites, te adaptarás, te organizarás, tendrás más disciplina que antes o empezarás a tenerla, trabajarás duro, quizás muchas de estas nuevas experiencias te desborden, pero recuerda, hay algo que te mantienen en equilibrio y es la idiosincrasia del venezolano que corre por tus venas.
- Llorarás al escuchar el alma llanera, buscarás comer arepas y se la harás comer a cuanto amigo nuevo hagas, probarás nuevas comidas y también dirás que son muy buenas. Compararás las montañas con el Ávila, con el pico Bolívar, dirás que el frío es como el páramo merideño, que no hay calor como en Zulia, que no hay playas como las nuestras y que no hay Isla como Margarita, que no hay nada como un pescado frito a la orilla del mar y que sea como sea, aquí siempre encontrarás “panas”. Bailarás gaitas en diciembre, comerás hallacas, tequeños, dulce de lechosa, empanadas, con los ingredientes que encuentres por allá, no te sabrán igual, pero tú le darás un sabor particular, ese que va más allá del sentido del gusto.
Pero sabes qué,
vivirás, te adaptarás y esa añoranza estés donde estés te hará querer más a
Venezuela, a valorarla, a verla con otros ojos, a luchar por ella, a querer ser
mejor persona, porque así nos verán afuera. Las razones que te hicieron partir las
convertirás en fortaleza para luchar, para hacerte un lugar en esa nueva ciudad,
los afectos que dejas atrás serán de igual forma un motor que enciende cada
mañana la antorcha de tu lucha.
Venezuela como dice
Leonardo Padrón está en su “hora menguada”, y es arduo el trabajo que hay que
hacer para sacarla hacia adelante, pero para los que están aquí, para los que
luchan día a día, para los que desean hacerla un mejor país, para los que viven
afuera y son criticados por ello, a ambos grupos nos une el mismo sueño, el de
verla convertida en un gran país, no el de la cuarta ni el de la quinta, queremos
un país con valores, un país de unión, de respeto, de solidaridad, humildad,
AMOR, un país de oportunidades, aquel al que emigraron tantos y sus sueños
lograron alcanzar.
Vivirla hoy en día
no es fácil, sin embargo al emigrar comprobarás que olvidarla es imposible.
No te mengües emigrante, que
bastante carga pesada has de llevar y jamás olvides que luchar por tu tierra es
posible desde cualquier lugar.