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¡Buen camino! Valores del camino de Santiago... El Entusiasmo

Como católica he tenido la fortuna de realizar las tres peregrinaciones más importantes para nuestra  religión, como lo son Tierra Santa (Israel), Roma y el Camino de Santiago de Compostela. Estas me han convertido en Romero (aquel peregrino que visita Roma), Palmero (el que visita Jerusalén) y peregrino, nombre que define en España, a aquel que se dirige a la Catedral de Santiago, a abrazar al apóstol y visitar su tumba. Cada una tuvo algo mágico y especial, se dieron bajo condiciones únicas, hasta fortuitas diría; agradezco a Dios la oportunidad de haberlas vivido.
De estas tres peregrinaciones, el Camino de Santiago ha dejado un sabor especial en mí, con las ansias de hacerlo nuevamente, quizás el hecho de caminar de ciudad a ciudad, reforzando así la definición de peregrino (que va a visitar un lugar sagrado, generalmente caminando, por motivos religiosos), el contacto con la naturaleza y con otros peregrinos, lo hacen, como citan muchas literaturas de esta peregrinación,  el ¡Camino de la Vida!
Los motivos para emprenderlo son muchos, desde la religiosa espiritual, un sueño, visita turística, una forma diferente de vacacionar y compartir con familiares y amigos, una penitencia, promesa, en fin, sea cual sea la razón por la cual hayas emprendido esta travesía, de seguro este te regala un valor añadido obsequiándote su esencia.


Al hacer esta peregrinación y dejar una constancia de ello como peregrino turístico o religioso, la iglesia entrega ”La Compostela”, es el certificado de haber recorrido un mínimo de 100 kilómetros a pie, también lo hacen en bicicletas y a caballo; en mi caso lo hicimos caminando (mi hermana, cuñado y yo) y la experiencia en este mi primer camino, es que al hacerlo de esta forma, lo sientes, lo vives, interactúas con el medio (naturaleza, peregrinos y lugareños)  haciéndose  parte de lo que queremos, lo que buscamos, es decir, el camino de la vida.
Leí muy poco o nada sobre el camino, salvo algunas personas que me indicaron que era muy ”duro”, que saldrían ampollas, mucho dolor en los pies por las largas caminatas, pero que era muy bello, en eso se resume lo que me comentaban sobre él. A diferencia de la mayoría de los peregrinos, no llevamos mochilas grandes porque contamos con el carro (coche) como apoyo (es una larga historia el porqué del coche), vaya desde acá mi admiración y respeto a todos esos peregrinos que llevan a sus espaldas mochilas de más de 10 kg, recorriendo distancias superiores a los 15 kilómetros diarios.
Iglesia Santiago de Triacastela
Llegó el gran día e iniciamos el viaje disfrutando y conociendo tantos hermosos paisajes de España. Empezamos a ver gran cantidad de peregrinos de diferentes regiones y lugares remotos y aquí podría incluirme puesto que vengo de Venezuela. Nuestro inicio sería desde Sarria, sin embargo hicimos una parada en un poblado cercano de esta forma asistir a misa, específicamente fuimos a la iglesia Santiago de Triacastela, por casualidad la misa estaba por iniciar y para mayor sorpresa, esta era en especial para dar la bienvenida a los peregrinos.

Así oficialmente con esas palabras dichas en la homilía, di por comenzado mi Camino de Santiago (sin iniciar el recorrido caminando), incrementando mi alegría y tratando de mantener presente cada palabra, sobre todo la que nos recomendaba el vivir el camino.

Han sido tantas las vivencias del camino a Santiago, que la manera más sencilla de compartirlas es a través del aprendizaje adquirido, es por ello que se las iré relatando por etapas, de esta forma los invito a vivir y aprender conmigo de esta maravillosa experiencia.
            

           El Entusiasmo

Este sentimiento y estado de ánimo te acompaña de principio a fin y como lección aprendida considero que así debemos ser cuando emprendemos cada una de nuestras actividades. La definición de entusiasmo nos indica que «es la exaltación del ánimo que se produce por algo que cautiva o es admirado» y, de esa sensación yo me pregunto: ¿Nos sentimos así constantemente?, ¿emprendemos cada una de nuestras actividades con ese sentimiento de exaltación? Quizás las respuestas a estas interrogantes sean ¡No, porque no todo es fácil!, ¡No, porque la vida no es color de rosas!, ¡Si, pero se me pasa rápido cuando caigo en la realidad!, ¡Si, pero luego me desmotivo!
Todas las respuestas son válidas, pero, para estar, hacer y ser lo que queremos ser, es importante que esta sensación, la pasión, no nos abandone, a pesar de… El camino de Santiago me regaló eso cada día, no solo a mí, fue la experiencia relatada y compartida con tantos peregrinos. Nadie nos dijo que el camino hacia la catedral sería fácil,  sencillo o de color de rosas; en el hubieron torceduras, ampollas, tendinitis, fatiga y aun así se continuaba.
Vi caminar a un peregrino con una bolsa de hielo en su pantorrilla porque tenía una tendinitis desde  días atrás y  su entusiasmo y ganas de alcanzar su objetivo no mermaban. Las historias de dolores en los pies y músculos eran muchas, pero las sonrisas eran mayores.  La ilusión, las alegrías, las ganas, eran la fuerza para hacer algo que queríamos hacer, nos ilusionaba y satisfacía. Así es la vida, llena de obstáculos, tropiezos, alegrías, sinsabores, pero te levantas, sacudes las rodillas y sigues avanzando.
Nuevamente le agradezco al camino, el haberlo vivido y experimentar el entusiasmo de principio a fin, porque al concluirlo es como el alpinista que alcanza una cumbre, al llegar, ya está planeando cuál será su próxima montaña. Así ya ansío hacer mi próxima peregrinación a Santiago de Compostela y el mensaje para ustedes, recuperen su entusiasmo por la vida, no dejen que nada ni nadie se los disminuya. No dejemos que la vida sea solo en blanco y negro, cuando nos sintamos en esos tonos recordemos la gama de tonos del arco iris y pintemos el mundo de colores, sabiendo que todo pasa y el sol sale cada día.
Seamos ejemplo de constancia y disciplina, valores que se hacen más fáciles de aplicar cuando el entusiasmo por lo que nos gusta y apasiona,  lo tenemos en cada poro del cuerpo.


En el próximo post, el aprendizaje Nº 2 La solidaridad

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