Cuando el cielo nos regala un arco iris
el común denominador de las personas admira su belleza, la magia de su creación
y la hermosura en la perfección y delimitación de sus colores. Nos pintamos una
sonrisa en el rostro y expresamos con satisfacción ¡Qué bello arco iris!
Al ver un arco iris me remonto a
mi infancia y el placer que me producía observarlos, la alegría de descubrirlos
en el cielo; hoy veo que el tiempo pasa pero el sentimiento es el mismo, me veo
reflejada en los rostros de mis sobrinos cuando ellos hacen igual exclamación
y gozo ¡Mira el arco iris!
Hoy me he detenido a analizarlos de una manera diferente, no desde
el punto de vista científico como Descartes y Newton para saber el origen de su
formación, sino de su esencia y lo que producen en mí.
Fuente: http//www.unionhipanoamericana.ning.com |
El primer análisis fue desde el
punto de vista de apreciar la importancia y el significado de las pequeñas
cosas, esas que ocurren día a día y sin embargo pasan desapercibidas en
nuestras vidas. Esos regalos que nos da la naturaleza y no nos detenemos a
admirar, porque vamos por la vida sin explotar nuestros cinco sentidos, con ojos
abiertos pero sin observar, oídos que no escuchan, olfato que no aprecia o
diferencia; veo que sobre todo esto nos ocurre a los adultos porque perdemos la
pasión y la capacidad de asombrarnos como cuando éramos niños.
Mi otro punto de análisis del arco iris es la belleza de sus colores y lo que ellos representan en nuestras vidas;
mucho se ha escrito sobre el significado de los colores, lo que dicen del estado de
ánimo de una persona, como la identifica, como influyen en sus emociones, en
fin psicológicamente se ha demostrado su importancia en nuestra forma de
ser. El significado de los colores que
nos muestra el arco iris lo vi hoy desde una perspectiva diferente.
El arco iris saca lo mejor de ese
posible “mal tiempo”, de las gotas de agua y los rayos del sol en el mismo
instante; nos sorprende y nos alegra. Así podemos apreciar la vida, esta se nos
pinta con una paleta de colores exquisita y variopinta que define nuestros
estados de ánimo. Podemos ser intensos, frágiles, sutiles y emocionales, lo
importante es ver más allá y entender que nuestro día más gris lo podemos
llenar con un arco iris que nos ilumine al alma.
Sus siete colores en el cielo son
ese reflejo en nuestras vidas; aun hoy esbozo una sonrisa y puedo ahora
entender la frase de “mantén una sonrisa en tus labios y tu mundo se llenará de
color”.
Hoy me digo que debemos dejar de
pensar que los seres humanos somos los reyes del universo, porque al admirar
las maravillas de la naturaleza es fácil comprender lo minúsculos que podemos
ser; es necesario observar nuestro entorno, detallarlo, disfrutarlo y tomar
conciencia de lo que representamos en él.
Regalémonos zambullidas de alegrías,
baños de colores totalmente gratuitos con cada uno de esos pequeños detalles
que día a día afloran en derredor. Estos representan un aliciente a nuestra
alma, una píldora de humildad y un regocijo y reencuentro con lo más profundo de nuestro ser.
Pregúntate de qué color ves cada uno
de tus días y por muy inquietante que sea la situación recuerda el arco iris y
transfórmalo en esa gama de colores; recuerda el rostro de un niño maravillado
con su aparición. No todo en la vida es blanco y negro, no en todo hay ausencia
de color, todo lo contrario; el cielo nos demuestra que después de esa fuerte
tormenta resurgen los colores y estos inmediatamente nos inyectan energías renovadoras.
Renovemos, admiremos, seamos
conscientes de nosotros, del entorno, de los detalles, de lo pequeño, lo
grande, aquello que aun mostrándose inmenso ante nosotros no lo percibimos; al
ver un arco iris recordemos la leyenda de que al final de este hay una “olla de
oro” esperándonos; este es el reflejo de que ver el mundo pintado de colores
hace maravillas en nuestro ser.
Démosle color a nuestro sentir,
como el rojo es la pasión, el verde la esperanza y así sucesivamente, que los
colores del arco iris nos recuerden la esencia de VIVIR.
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