Haciendo de la Calidad
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Descubriendo el cisne en tu interior...Cuando te crees el patito feo

Hace poco leyendo una revista me llamó la atención un título que decía “Dependencias emocionales” iba a pasarlo por alto, porque pensé ¡Esto no es conmigo!, pero luego me dije ¡No tengo nada que perder, mejor lo leo! Este pequeño artículo dio respuesta en pocos minutos a mi actuar en casi toda mi vida.
Hasta hace poco yo analizaba muchas de mis acciones como un reflejo de baja autoestima y no estaba equivocada, en lo que no me había percatado es que ésta también me había llevado a ser dependiente emocional. Es sorprendente lo que este artículo reveló para mí en tan pocas líneas, entre ellas entender como perdemos parte de nuestro valioso tiempo (kairos) tratando de ser aceptados, buscando encajar, agradar, lo más triste, ser lo que otros quieren que seamos.
Fuente: http//www.experienciasdecolores.wordpress.com
Siempre me he sentido el patito feo (no sólo en apariencia física), y es por ello que he querido tratar de convertirme en cisne de alguna u otra forma. Los días transcurren y te esfuerzas en ser bueno en todo: estudiante, hija, hermana, amiga, vecina, sobrina, novia, empleada, esposa y un larguísimo etcétera. Lo que tú (o yo) consideramos carencias físicas o emocionales, nos hacen querer llenar esos vacíos o llamar la atención de otras formas, por lo que se nos pasa la vida complaciendo y actuando en función de otros.
Estas actitudes nos crean una dependencia emocional insana hacia otras personas, que no nos permiten tomar decisiones en el momento oportuno, sino que vamos aceptando y tolerando lo inaceptable e intolerable; dejamos que nuestra vida sea succionada por una aspiradora y ahí se quede hasta que alguien decida limpiarla. Pensamos que el término “dependencia emocional” no se corresponde a nosotros, porque en nuestras labores cotidianas somos enérgicos, mostramos carácter y es sólo en las relaciones de pareja o más personales donde no actuamos así; creemos que las personas dependientes emocionales son sumisas siempre, pero la realidad es otra.
La baja autoestima y la dependencia emocional llevan consigo muchas connotaciones y ellas no sólo van en función de lo interno sino del ambiente que nos rodea. Refiriéndome específicamente a la apariencia externa, es difícil asimilar y actuar de ciertas formas cuando estamos marcados por una sociedad  como la actual, con una fuerte connotación sexual y física; estar bien físicamente es un requisito fundamental y cada día se pierden más valores esenciales del ser, por pretender ir a la par de estereotipos sociales y esta tendencia marca a fuego nuestro yo interno, aunque no nos percatemos o lo aceptemos.
Los que consideramos que estamos más allá de todo esto, nos auto-reforzamos diciéndonos ¡Yo no! ¡Me gusta mi delgadez!, ¡No estoy tan flaca!, o lo contrario ¡Amo mi gordura!, ¡Me siento bien así!, ¡La gordura no ha hecho que me pierda de nada! Pero todo esto es FALSO, no es más que una máscara consoladora. Cuando nos vemos en el espejo el reflejo de éste, así sea un hermoso cisne, para nosotros sigue siendo el mismo patito feo que nos persigue desde hace mucho tiempo atrás.
Particularmente por ser geminiana siempre he dicho que tengo en mi personalidad un “gemelo malo o loco” y uno “bueno o cuerdo”, uno de “emociones y extrovertido” y otro de “razones e introvertido”. Al primero muchas veces le agradezco porque me extrae del mundo perfecto, me distrae, por momentos te miente haciéndote sentir “libre”; pero la realidad es que este gemelo solo, no me satisface, no me hace feliz.
He empezado a comprender que ambos son parte de mí, me definen y uno no puede prevalecer sobre el otro, ambos me hacen ser quien soy; sólo juntos me dan paz interior. Una persona cercana me dijo hace poco ¡No es un gemelo loco, no lo llames así, eso es tú equilibrio! Y está completamente en lo cierto, cuando están en equilibrio, cuando no se solapan, es cuando mejor me siento, es cuando el ser obtiene la ansiada paz interior, en esos momentos no hay dependencias emocionales, no hay relaciones insanas.
Lo que pretendo decir con todo esto, es que estamos acostumbrados a buscar externamente a los “culpables” o responsables de nuestro sentir y actuar. Cada acción que hemos emprendido la hemos asociado a un patrón externo de cómo deben ser las cosas o a una persona en particular; no nos basamos en nuestro equilibrio interno de razón y emoción.
Fuente: http//www.licomomo.deviantart.com
Hay un dicho muy común que reza “piensa con el corazón, pero actúa con la razón”, hoy digo que ¡No!, ninguno debe prevalecer, ambos deben estar en perfecta armonía, en equilibrio.
Tardé pero finalmente entendí o le encontré respuesta a mi sentir y actuar, el proceso es lento pero satisfactorio; hay que empezar por dar pequeños pasos para salir y ver nuestro mejor reflejo; para que esas acciones y sentir sean sostenibles en el tiempo y de esta forma nuestro cuerpo y nuestra mente lo acepten y procesen. Debemos actuar con los elementos que nos rodean y con nuestro interior; no podemos separar lo interno de lo externo, ambos deben encontrar un equilibrio.
La decisión de sentirnos mal o bien no debemos dejarla en manos de otros; es nuestra, pero debe ser real; si digo  y acepto  mi apariencia física, que sea a consciencia, que el espejo refleje el cisne y yo pueda observarlo, en caso contrario aún debemos cambiar muchas cosas.

El cambio requiere constancia y dedicación, compromiso y disciplina; llevemos eso a nuestro interior, procurando ser lo que queremos no lo que otros pretenden que seamos y asumir la realidad de que siempre habrá quien juzgue, critique y envidie; lo importante es que nosotros estemos claros, que obtengamos paz interior, esta nos dará libertad y este es el significado más amplio de la palabra felicidad
Aun me resta mucho por recorrer para superar mis "bajones emocionales" y "dependencias", pero estoy segura que voy en el camino correcto y te digo recorre tú propio camino y ¡Transformémonos en cisnes!

El tiempo en nuestras vidas… Cantidad vs Calidad

Actualmente es frecuente escuchar “los días pasan volando”, “culminó la semana y ni cuenta me di”, “ya casi estamos nuevamente en navidad” y ciertamente da la sensación de que los días tienen menos de 24 horas; que nuestras obligaciones nos consumen y este no nos alcanza para realizar todo lo que teníamos planificado.
Llegar a la casa y atender las responsabilidades del hogar se transforma en un stress igual e incluso mayor que las obligaciones del trabajo, porque el tiempo en casa tampoco nos rinde.
Esta alteración o desacomodo en nuestro tiempo, nos hace presos de sensaciones que afectan nuestra calidad de vida, incluyendo en esta la calidad de nuestro tiempo, de nuestras relaciones bien sean familiares, laborales, de amistad, cualquiera. Estamos “presos” del tiempo, a merced del reloj, del Dios Cronos (Chronos) cuantitativo, exacto.
Imagen: http//www.momastery.com
Nuestros días pasan y no nos detenemos a pensar que ese día no volverá jamás, que es irrecuperable. Cada uno de los pequeños detalles que nos regala la vida  los perdemos por la vorágine en la que vivimos, por nuestra agenda tan complicada, por los compromisos, las obligaciones que no nos permiten detenernos a contemplar, admirar y observar a nuestro alrededor.
Como mencioné en mi anterior artículo, hemos perdido la pasión y necesitamos urgentemente recuperarla. Necesitamos inyectarle pasión  a ese tiempo que transcurre día a día, para que sea de calidad, convertirlo en ese Kairos, que para los griegos representaba el “momento adecuado oportuno”, para los cristianos “el tiempo de Dios” y la definición que particularmente me agrada la de Eurípides que nos  dice que es “el mejor guía en cualquier actividad humana”. Ese tiempo cualitativo, donde vivimos nuestros momentos trascendentes. Esos momentos que al disponernos a descansar al final del día nos permitirán esbozar una sonrisa y agradecer; esos momentos que nos hacen sobrellevar las cargas y apaciguar  aquellos que no resultaron tan agradables.
Observo como amistades y familiares invierten parte de su precioso tiempo, de sus momentos, en alterar su organismo con gritos, discusiones, enfados estériles, por mantener un orden particular de las cosas, por la hora de comida, la ropa que lavar y un sinfín de actividades de su día a día; de igual forma los que trabajan fuera del hogar, al llegar a casa reclaman esa ansiada tranquilidad, porque están agotados, el trabajo consumió todas sus energías. Esto hace que me pregunte ¿Cuánto de nuestro tiempo invertimos en que este sea de calidad?, ¿Cuánto de ese tiempo lo destinamos a apreciar los pequeños detalles que nos regala la vida?, ¿Cuándo nos damos el tiempo de permitirnos volver a sentirnos niños, desarreglar la casa con nuestros hijos o sobrinos?, ¿Cuándo nos permitimos romper el esquema de las planificadas vacaciones y tomarnos un día para hacer algo completamente distinto?
Necesitamos urgentemente regalarnos tiempo de calidad, para nuestro cuerpo, para nuestra salud mental y espiritual, que se verá reflejado en cada una de nuestras relaciones. Leemos constantemente frases hermosas y célebres que nos invitan a profesar nuestro sentir a esos seres queridos, a regalar un abrazo, un Te amo; pero ¿por cuánto tiempo lo hacemos?
Cada día es más común escuchar “necesito otras vacaciones, más tiempo, para recuperarme de las vacaciones que acabo de tomar”, te has preguntado ¿por qué nos pasa eso? Mi interpretación es que  nos hemos habituado a “correr” tras la vida, a restarle pasión  a los momentos, a correr tras el tiempo que se nos agota y no nos rinde.
Hagamos un alto, stop y aprendamos a disfrutar, a dar importancia a lo que realmente lo tiene, a ir eliminando trivialidades y frivolidades de nuestra vida y sumar ese tiempo a las actividades calificadas como importantes;  tomando conciencia de que muchas de ellas se pueden re-planificar pero otras serán irrepetibles.
Hagamos de nuestro tiempo un tiempo de Calidad, no de cantidad, no de minutos y horas, sino de sensaciones y recuerdos memorables sin importar su duración.

Permítete sonreír por ese espacio de tu día en el que el tiempo no te importó y si este duró solo un minuto te aseguro que igual lo atesorarás eternamente.

La actitud... y nuestra transformación en seres humanos de calidad

En mis charlas de sensibilización en gestión de la calidad insisto mucho ante mis compañeros de trabajo en la necesidad de convertirnos en «Seres humanos de calidad», en recuperar esa esencia y procurar ser excelentes en cada una de las cosas que hacemos.
Hoy en día vemos como la «mediocridad» nos consume, y esta palabra genera cierta animadversión en muchos, suena dura, pero es muy real y su significado para mí se traduce en: pérdida de valores, conformismo, carencia de estímulos, yoísmo, complacencias y la peor de todas sus características pérdida o inexistencia del amor hacia los demás.
Actualmente nuestro país está sumido en una crisis donde muchos buscamos culpables de un lado y de otro, pero pocos aportamos soluciones. Es más fácil culpar, criticar, cuestionar que ponernos del lado de la acción para solventar, aportar un grano de arena que construya esa montaña llamada Solución.
Esto ocurre en un ámbito tan amplio como el de un país entero, porque nuestros intereses particulares están por encima de todo lo demás y esta actitud nos aleja o dista mucho de definirnos como un ser humano de calidad, pero también se presenta en contornos más pequeños como los familiares, organizacionales y nuestra comunidad.
El ser humano de calidad es aquel cuya actitud lo impulsa, lo inspira a ser excelente, a querer lograr grandes cosas sin atropellos, sin llevarse a nadie por delante, sino acompañado de muchos y siente con sus cinco sentidos a su máxima expresión; se desprende de lo superfluo y obtiene la libertad para amar y la ansiada paz.
La actitud de un ser humano de calidad se ve definida por su pasión para hacer las cosas, es capaz de tomar decisiones y actuar para llevarlas a cabo.
Se traza un plan, se atreve a soñar y luchar en pro de ese sueño, llámese estudios, trabajo, casa, carro, hijos, pareja, estudios o VENEZUELA. No importa el tamaño y la definición  del sueño, lo importante es que al atrevernos a soñar sueños alcanzables, nos trazaremos un plan e iniciamos el transitar de ese camino para alcanzarlo.
La actitud y la esencia del ser humano de calidad hará que los obstáculos y vicisitudes  que nos encontremos en el camino, no nos amilanen, todo lo contrario, nos den fuerzas para que aún cayendo volvamos a levantarnos y nunca perder de vista en el horizonte la meta que nos trazamos; aprendiendo  de los obstáculos del camino y creciendo a partir de ellos.
Nuestra actitud denotará elementos fundamentales como: el compromiso, la disciplina y el esfuerzo; el querer lograr nuestros sueños sin tener una actitud con estas características nos vuelve a colocar en la casilla de la mediocridad, asociándonos a la definición del ser interesados, parasitarios, de obtener sin luchar, sin merecer y en esto debemos ser cautelosos, porque una línea muy delgada nos separa de ese ser humano de calidad y el mediocre.
Recuperemos la esencia con la que fuimos creados, no nos hicieron inferiores, todo lo contrario, somos superiores a cualquier otra creación de la naturaleza, pero la superioridad también venía con sus desventajas, como la de hacernos proclives a corrompernos en el camino, con sentimientos como la envidia, el egoísmo, el rencor, la avaricia, el odio, el resentimiento, en fin la pérdida de humildad; nos hacemos inhumanos, dejamos de ser seres humanos de calidad.
Recuperemos la paz que da la libertad, la humildad, el amor hacia los demás por encima de ti; el desprendimiento, el atrevernos a soñar, sonreír más allá de las adversidades, en querer ser excelentes y dejar la piel en ello.
Los invito a ser excelentes, a emprender cada acción de sus vidas con miras en la excelencia, a no conformarnos con poco cuando estamos hechos para ser grandes, a no dejar que otro cuestione tus sueños. Pon toda tú actitud en ello y genera el cambio, que esas acciones sean la mejor ola que tomes en el mar.

Aprovecho para despedir con una cita de Robin Sharma “Las pequeñas ondas de excelencia se convierten con el tiempo en un tsunami de éxito”. Se excelente…, se un Ser humano de calidad.
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